La escuela es el segundo hogar de tu hijo, por eso, la empatía que tengan los maestros con ellos juega un papel fundamental en su crecimiento. Un buen educador ayuda a definir si nuestro niño se apasiona por aprender o que odie el colegio.
Algunos de nosotros hemos tenido maestros que simplemente en algún momento nos quitaron las ganas de ir a la escuela, pues estos docentes solo asistían por ganarse un sueldo mensual, su trabajo se resumía a dar dos o tres lecciones, asignar tareas y enviarnos a casa, sin importarles si aprendíamos algo o no.
De ahí parte la idea de que los maestros son pieza clave en el desarrollo académico de los niños. Tomemos como ejemplo a los grandes genios de la historia, ellos agradecen sus triunfos a muchos de sus mentores. Para lograr que estos niños se conviertan en adultos ejemplares del mañana, solo se necesita amor por la enseñanza, amor por su profesión.
Los niños ven a los maestros como ejemplo a seguir al igual que a sus padres. Les demuestran su admiración mediante dibujos, regalos o simplemente no paran de hablar de ellos cuando vuelven del colegio. Es importante que el maestro les devuelva tal señal de afecto con dedicación, respeto y amabilidad pues son ellos quienes dejaran huella en sus alumnos.
Un buen maestro no maltrata, educa. Un buen profesor ayuda a afianzar la confianza en los niños, los hace ver que cada uno es especial, los escucha y jamás los ridiculiza ante un error, pues equivocarse es parte de aprender, se enfoca en resaltar las habilidades y puntos fuertes y restarle importancia a los débiles. Si un maestro hace todo lo contrario, hará que el niño tenga miedo e incluso podría generar algún trauma.
Usando la imaginación se facilita el aprendizaje. Motivar al niño a aprender hará que este aprenda más y mejor. Un buen educador, no solo se sienta en su escritorio y dicta una lección, al contrario, mediante juegos, canciones, historias o representaciones de teatro usando el tema de la clase, ayuda a estimular la inteligencia de los niños, y hace que ellos le presten mayor atención y retengan más rápido la información.
Los niños viven en una época donde el bullying es una realidad tangible. Un maestro empático puede ayudar a los niños que vean en él a un protector, al menos durante esa etapa. La rápida acción de los profesores puede incluso hasta salvar más de una vida. También, en otros casos los maestros ayudan a que el niño busque otro grupo donde se sienta cómodo, evitando la exclusión social.
Los maestros ayudan a que los niños creen metas vitales como por ejemplo, ser como su maestro cuando sea grande, y les ayuda a conseguirlas. La empatía de los educadores es fundamental cuando el niño enfrenta obstáculos, como una nota baja, y hace que no sientan que han fracasado. Con una sonrisa y un par de técnicas de estudio, los maestros deben explicarles a los niños que no está mal, pero que debe estudiar más.
Padres y docentes deben trabajar de la mano para que el niño siga aprendiendo. La mayor parte de la educación viene de casa es por eso que la actitud de los padres también es muy importante. Ambos deben reunirse cada cierto tiempo para conversar sobre el avance de los niños y como se puede mejorar, pero tiene que existir un compromiso de ambos. La mejor forma de educar a un niño es en un ambiente armonía y de buena comunicación.
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