Las buenas rutinas, que impactan positivamente en nuestra salud, inician cuando aún somos muy pequeños. Acostarse temprano, hacer actividad física y comer balanceadamente debería instruirse desde los primeros años de vida, puesto que luego es más difícil adquirir estos hábitos.
Acorde a la Organización Mundial de la Salud, la obesidad infantil es un problema de salud pública frecuente en este siglo. El número de lactantes y niños pequeños con sobrepeso aumentará, si siguen las tendencias de alimentación actuales, a 70 millones para el 2025. Por ello, se hace necesario la intervención de los padres.
La alimentación, un dolor de cabeza para muchos, es uno de los pilares más importantes para tener una vida sana. Por eso, muchos padres se preguntan: ¿cómo hacer para mi hijo coma de todo? Acá algunas claves:
No rendirse
En los primeros años de vida de un niño se forma la personalidad de forma progresiva, por ello, sus gustos pueden ir cambiando. Uno de los consejos de las pediatras españolas Teresa Cenarro Guerrero y Ana Martínez Rubio es introducir los alimentos de forma precoz y progresiva, es decir, ir preparando comidas que puedan masticar sin atragantarse, que puedan tocar, oler y probar.
Si se acostumbran a comer alimentos como puré y verduras tiernas, a medida que crezcan será más fácil incluir otros vegetales en su dieta. También indican que es recomendable darles un poco de lo que se está comiendo, puesto que siempre les llama la atención lo que otros hacen a su alrededor.
De igual manera se hace necesario tener constancia en ofrecer alimentos que han sido rechazados, hay que insistir con diferentes presentaciones y en diferentes porciones.
Predicar con el ejemplo
Es importante que los niños vean que sus padres disfrutan comer vegetales. Allí el lenguaje es de suma importancia puesto que deben asociar la comida con una experiencia positiva. También es necesario que no muestren una actitud negativa ante el rechazo de ciertos platos, como se indicó arriba, hay que insistir, pero siempre de forma optimista, sin juzgar.
Por otro lado, es fundamental transmitir que cocinar, cualquier comida, puede ser una actividad lúdica. La actitud de los padres afecta en cómo los niños se acercan a un plato.
Centrarse en la calidad, variedad y cantidad
La nutricionista peruana Patricia Chávez Agurto indica que la frecuencia con la que se ofrezca un alimento puede marcar la diferencia. Acorde a la especialista “lo recomendable es permitir que un niño ingiera el alimento entre 8 a 10 veces para acostumbrarse a su sabor y aceptarlo”.
Además de la frecuencia, influye también la calidad y la variedad en la presentación del alimento en sí. Por ejemplo, ofrecer diversas maneras de comer zanahoria y presentársela abiertamente puede favorecer su gusto por este alimento. Esconder el alimento que no le gusta puede ser contraproducente en la creación del hábito.
La nutricionista también señala que es fundamental que el niño participe en escoger, cocinar y servir la comida. Esta familiarización permitirá un acercamiento positivo a los alimentos, siempre que la experiencia sea grata para él y sin el rasgo de obligatoriedad.
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