El colecho o dormir con tu bebé, es una práctica que hoy en día muchos padres practican pero que algunos pediatras no recomiendan. Los que están a favor de esta práctica, afirman que fomenta la lactancia materna y puede ser más cómodo para los padres, siempre y cuando se practique con cautela.
Uno de los puntos en contra es que el bebé puede sufrir síndrome de muerte súbita del lactante sobre todo si los bebés son menores de 6 meses. Sin embargo, el colecho favorece el mantenimiento de la lactancia materna y ayuda a los padres a proteger a sus hijos y aunque esta práctica no evita que los bebés se despierten durante ciertas horas, hace que esto sea más llevadero.
Según afirma el neuropsicológo, Álvaro Bilbao, “algunos estudios indican que el bebé que duerme pegado a su madre reduce los niveles de cortisol (hormona del estrés) y aumenta niveles de endorfinas (hormona de la tranquilidad), pero no se ha demostrado que esto provoque cambios ni beneficios a largo plazo en la inteligencia o autoestima”.
Lo esencial del colecho es crear un ambiente seguro alrededor del bebé, Bilbao recomienda que no se lo arrope demasiado o que la cama lleve mantas y demás, pues el niño al moverse puede que se introduzca debajo y pueda ocurrir un accidente. Es importante que duerma siempre boca arriba y el clima de la habitación debe ser templado.
Dadas las recomendaciones, dormir con el bebé o no ya es decisión netamente parental. Normalmente los pediatras aconsejan que esto debe parar cuando el niño deja de mamar aproximadamente al año de edad, así ayudaremos también a que el niño tenga más independencia y no provoque problemas con la intimidad de la pareja.
Finalmente, Bilbao comenta que esta práctica no es imprescindible en la crianza del niño, como si lo es la lactancia materna o la atención del niño cuando llora, es decir, no se ha demostrado que el colecho aporte beneficios extras.
¿Cómo acabar con el colecho sin afectar a tu hijo?
Primero, se debe hablar con el niño e informarle de la decisión, para que así esté preparado para su nuevo cuarto propio. Si le leías libros o le cantabas canciones, es bueno seguir haciéndolo, se trata de cambiar de lugar donde dormir, más no de la rutina.
Segundo, es necesario hacer pequeñas pruebas para identificar si el niño está preparado para este cambio, de no estarlo, podría tener pesadillas e incluso llorar mucho, angustiarse y no dormir bien.
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