Los caballos o
los delfines, son animales que tiene un nivel
terapéutico que es muy beneficioso para niños con síndrome de Down, parálisis
cerebral o autismo. La terapia con este tipo de animales resulta favorable
tanto a nivel físico, psíquico, como social para los niños.
Estudios han demostrado que los sonidos emitidos por los delfines van más allá de la comunicación oral, pues estas ondas calan hasta lo más profundo de nuestro sistema, hasta las conexiones neuronales, generando un cambio en ellas, lo que resulta un cambio significativo por ejemplo en los niños con parálisis cerebral, los cuales llegan a notar cierta relajación neuromuscular que facilita y mejora la ejecución del movimiento.
Lo mismo sucede
con los caballos, el calor que estos animales emiten también es usado como relajante muscular. Además, que el
movimiento del galope puede mejorar la postura ya sea en situaciones de
hipertonía o hipotonía.
Pero no solo
ellos ayudan a estos niños, también los perros
asistentes o terapeutas cumplen una parte fundamental en este tipo de
terapias. Así como los equinos, los perros también colaboran con la mejora de
las habilidades sociales como por ejemplo en niños con autismo, pues estos
animales desprenden sentidos emocionales
innatos como la emoción, la alegría y tristeza, sentimientos de los que los
niños con este síndrome carecen, pero que con ayuda de estos animales pueden
conocer e incluso transmitir.
Los beneficios de tener animales domésticos,
van más allá de la posible rehabilitación física, también ayuda a favorecer la autonomía de los niños con
alguna discapacidad ya sea cerebral o neuromuscular. El traer las llaves o
abrir la puerta, son actividades en las que estas mascotas pueden apoyar y que
no son operables por los niños con dependencia.
Queda demostrado
también que los niños con mascotas, muy aparte de si tienen discapacidad o no,
se tornan más equilibrados, resistentes
y tolerantes, pues aprenden a relacionarse con los demás y asumir las
responsabilidades necesarias que se necesitan en la crianza de estos animales
de compañía.
Ellos también aprenden a amar la naturaleza y los padres
deben fomentar ese valor, pues son ustedes quienes motivan ese interés a lo
largo de su vida. Son los adultos quienes influencian a que este interés crezca
o disminuya conforme los niños vayan desarrollándose.
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